domingo, 1 de abril de 2018

Imágenes del Entierro de Cristo



         El Entierro de Cristo es el acto más importante de la Semana Santa de Borja. Viene celebrándose desde mediados del siglo XVIII, con una única interrupción provocada por la Guerra de la Independencia, en la que quedaron destruidos los pasos e insignias que tomaban parte en la procesión. Fue recuperado en 1831 y, en 1845, se produjo una modificación que ha llegado hasta nuestros días, dado que ese año se hizo cargo de su organización la cofradía de las Almas, en sustitución de la de San José, que era hasta entonces la principal responsable, por ser Cristo hijo de carpintero.

         Es una ceremonia cargada de simbolismo y perfectamente estructurada, cuyo cortejo parte de la colegiata de Santa María, encabezado por una bandera negra que, en su origen era la de la ciudad y que porta la cofradía de San Bartolomé. Le siguen los “heraldos” con la maza negra del antiguo cabildo.





         Sigue después la cofradía de San Juan Evangelista con el paso de su Patrón que originalmente figuraba en el “duelo del Señor”, como es lógico aunque al introducir una banda de cornetas y tambores, después de la Guerra Civil, pasó a ocupar este lugar.






         Al paso de la Muerte, los alabarderos le rinden honores con un toque de atención. En su guadaña lleva la inscripción “A ninguno perdono” y a sus pies pueden verse una tiara, una corona real, una mitra y el globo terráqueo, como símbolos de esa realidad que a todos afecta.




         Como expresión palpable de la misma, detrás de la Muerte van dos encapuchados llevando un cráneo, en este caso real, y un plato de ceniza a la que señala con el dedo el que lo lleva, recordando que “polvo eres y en polvo te convertirás”.




         La cofradía del Carmen lleva los estandartes que representan a las doce tribus de Israel, uno de los símbolos del carácter universal del gran Misterio de la Redención que, con la Muerte y Resurrección de Cristo se llevó a cabo.



         De introducción más reciente en el cortejo son las dos figuras femeninas que portan un cántaro y una jofaina, en alusión a dos personajes importantes en el Evangelio, la Samaritana y María que derramó su perfume en casa de Lázaro, sobre los pies y la cabeza del Maestro.



         El paso del Descendimiento que lleva la cofradía de San Antón se introdujo como recuerdo a la representación del mismo que tenía lugar en el pórtico de Santa María y que se dejó de representar en 1870. El paso actual es moderno y la razón por la que lo lleva la cofradía de San Antón, es que en ella se fusionó la de la Sangre de Cristo, que era la encargada, como en otros lugares, de hacerse cargo de los cuerpos de los ejecutados o víctimas de muerte violenta.



         Dos figuras femeninas representan a la Paz y la Justicia. La primera lleva una palma y la segunda una espada, mientras sostienen la cartela con la expresión en latín que traducida “La Justicia y la Paz de besan”, correspondiente al salmo 84, que anuncia que la salvación está cerca y uno de cuyos versículos dice “la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan”.





         Tras la Cruz parroquial desfilan los estandartes de las “Cuatro Partes del mundo”, portados por la Cofradía de San José, aunque originalmente los llevaba la desaparecida cofradía de las Llagas. Estos estandartes, se sitúan después en torno al tablado donde se realiza el sellado del arca, poniendo de manifiesto ese carácter universal al que hacíamos referencia.




         A la salida del arca descubierta en la que se conduce a la imagen yacente de Cristo, la Unidad de Alabarderos le rinde honores con sus armas e inmediatamente se suma al cortejo dándole escolta.



         Aunque en esta imagen el orden está invertido, sigue al arca el palio negro, privilegio concedido a esta imagen que en Borja sólo comparte la Virgen de la Peana, aunque en este último caso no se usa desde que procesiona en su trono, para que pueda ser vista desde los balcones. Detrás del palio va el tape con el que se cubrirá el arca en la plaza de España.




         El Centurión encargado de sellar el arca, junto con los dos angelicos debería ir, inmediatamente después del velo, más cerca por lo tanto de la unidad de alabarderos que manda. En esta ocasión lo hizo tras el tape del arca, seguido por el párroco solidario D. César Augusto Gómez García, al que acompañaban dos seminaristas que están realizando sus prácticas pastorales en nuestro arciprestazgo.



         Un elemento importante en el desarrollo de la ceremonia del Entierro de Cristo es el velo del templo que está a cargo de la cofradía de San Bartolomé y que se rasgará en el preciso instante en el que el centurión selle el arca.



         Precedido por una bandera en la que puede leerse “El duelo del Señor” desfilan sus más allegados, aquellos que le acompañan hasta su sepultura.




         Por un lado, la Verónica que al estar a cargo de la cofradía de San Sebastián e incorporar su Agrupación de Cornetas, Tambores y Bombos, ha pasado a ocupar el lugar que siempre le había correspondido a la Madre del Señor, la más cercana a su cuerpo, de igual forma que San Juan tuvo que dejar el duelo para abrir el cortejo.




         María Magdalena es llevada por la cofradía de Santa Lucía y porta en su mano los pomos de ungüentos con los que perfumaron su cuerpo.



         Finalmente, María, la Madre dolorosa de Cristo, con su corazón atravesado por un puñal y enjugando sus lágrimas con ese pañuelo blanco que, como comentamos en un artículo anterior, eleva hasta su cara, dado que se trata de una figura articulada que conduce la cofradía de las Nieves.





         El M. I. Ayuntamiento asiste a este acto en corporación bajo mazas, única ocasión en la que las mismas van enfundadas en paño negro, en señal de luto.



         Cierra la comitiva la Banda de la Agrupación Musical Borjana que interpretó diversas composiciones de gran calidad a lo largo del recorrido, siendo especialmente memorable su entrada en la plaza de España, al son de la hermosa saeta al Cristo de los gitanos.






         Tras recorrer las calles de la ciudad, la procesión llega al Campo del Toro, donde sobre el tablado instalado allí, se procede a la ceremonia del sellado del arca, momento culminante de nuestra Semana Santa. Lo avanzado de la hora y la falta de luz nos impide obtener fotografías de calidad de esta parte del acto, probablemente porque da comienzo demasiado tarde.




         Posteriormente y con el arca ya precintada, la comitiva retorna a Santa María, donde tenía lugar el llamado “sermón de la Soledad”, oración sagrada que en el pasado tuvo gran importancia, así como el acompañamiento musical que se desarrollaba a lo largo de esta última parte de la ceremonia.

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