martes, 26 de diciembre de 2017

Ada Colau clausura el Año Coloma


         Según ha dado a conocer el diario La Vanguardia (titulado La Vanguardia Española entre 1938 y 1978) en su edición del 24 de diciembre la corporación municipal de Barcelona, presidida por Dª. Ada Colau, ha tomado el acuerdo de eliminar el nombre de Juan de Coloma del callejero de esa ciudad. De esta forma las conmemoraciones del V Centenario del fallecimiento de este ilustre borjano culminan con un insulto a su memoria que representa un paso más en esa profunda brecha que se va abriendo entre la comunidad catalana y el resto de España.




         La noticia no nos ha sorprendido pues el pasado 3 de octubre ya publicamos un artículo en el que comentábamos los intentos de diversos colectivos ciudadanos para que fuera retirado el nombre de Coloma.
         Cada Ayuntamiento es muy libre de dedicar sus calles a quien considere oportuno y los cambios de denominación se han convertido en algo habitual durante los últimos años. Lo lamentable es que, en muchas ocasiones, estas decisiones respondan a un profundo desconocimiento de la historia y a una visión sesgada de la misma.
         En nuestro artículo anterior ya señalamos los errores cometidos con esta calle del barrio de Gràcia de Barcelona que llevaba el nombre de “Secretari Coloma”, bajo cuya denominación se indicaba “Borja 1442-1515”, lo que no es correcto dado que, si bien nació en nuestra ciudad hacia 1442 (no conocemos la fecha exacta), murió en Zaragoza el 14 de agosto de 1517. También se indicaba que fue “Secretari de Joan II”, lo que siendo correcto, es incompleto pues también lo fue de Fernando II, pero la alusión al Rey Católico se consideraba inoportuna en una ciudad donde intentaron asesinarle en 1492.

         El informe en el que se ha basado la decisión municipal está también plagado de errores que no son nuevos, pues como entonces pusimos de manifiesto, el 15 de agosto de 2012, un periódico como El País que era un referente para muchas personas, insertó un artículo firmado por Xavier Theros con el título “Escenarios del crimen. El señor inquisidor” y el subtítulo de “El secretario Coloma fue el introductor de la inquisición española en Cataluña”, con auténticos dislates. Concretamente afirmaba que Coloma era “de padre ampurdanés”, “que fue barón de Alfajarín y Valencia, conde de Salinas, señor de Elda y Petrer y virrey de Cerdeña”. Ahí queda eso. Nuestro Coloma convertido en conde (no lo fue) y en virrey de Cerdeña, uniendo sus méritos a los de sus descendientes. Pero el Sr. Theros que además de escritor y articulista de El País, es dramaturgo, poeta y actor, afirma que “era el notario mayor de Fernando II” y “secretario del Santo Oficio”, siendo considerado “con justicia el introductor de la Inquisición española en Cataluña”. Ni fue notario mayor del rey, sino Secretario de Fernando el Católico y Protonotario de la reina, ni ocupó cargo alguno en lo que llama Santo Oficio. Ahora, en la información de La Vanguardia, se vuelve a insistir en que era secretario del Tribunal de la Inquisición. El Sr. Theros también afirmaba que “la esposa de Joan de Coloma era judía conversa”. Nos imaginamos que se refiere a su segunda esposa María Pérez de Calvillo que no lo era, sino que tenía remota ascendencia con la familia judía de los Caballería, considerándose ella miembro de la destacada familia de los Pérez de Calvillo, procedentes de Mallén, siendo su padre señor de Malón, señorío que heredó.



         En la misma calle se encuentra un instituto que lleva el nombre de Coloma y que como se señala en La Vanguardia, por el momento lo mantendrá, entre otras razones porque su cambio no es competencia municipal. Pero estamos seguros de que encontrarán la fórmula para borrar el nombre de Coloma del que nuestros antiguos amigos catalanes, al parecer ignoran que fue una figura clave para la recuperación del Rosellón, esa Catalunya irredenta que reivindican ahora.

         Así se escribe la Historia y así se educa a las nuevas generaciones. Pues bien, nosotros tomamos nota de ello y quedamos a la espera del final de este proceso de radicalización, con el ánimo sereno, en unos días en  los que, como otras veces ha ocurrido, los buenos deseos de paz, concordia y felicidad, constituyen el preludio de realidades muy diferentes.

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