domingo, 16 de julio de 2017

La institución de la dula o vicera en nuestra comarca


         No es la primera ocasión en la que nos ocupamos de esta institución que hunde sus raíces en la Edad Media y que se conoce con el nombre de dula, sinónimo de “vicera” en nuestra zona. Lo hicimos al hablar de esta fuente situada en la plaza de la Dula de Magallón y también al recordar la reinstauración de la dula en 1805 en Mallén.




         Ahora, D. Guillermo Carranza Alcalde ha localizado un interesante documento sobre la dula de Bulbuente, correspondiente al año 1852, cuando fue necesario reemplazar al encargado de la misma, Romualdo García, por haber fallecido.

         La dula era un sistema por el que los vecinos reunían los animales de labor, encomendándolos a un encargado de llevarlos a pastar. También se hacía en ocasiones con el ganado ovino o caprino, aunque como señala el Diccionario de la Real Academia Española, era de aplicación preferente para el ganado mayor.




         El interés del documento al que no estamos refiriendo es que el acta del Ayuntamiento de Bulbuente se refleja minuciosamente el funcionamiento de “la dula o vicera” (utiliza ambas palabras).

         El encargado debía ser una persona “ágil y celosa”, para evitar que “se desgracien o las caballerías que se confíen a su cuidado”. En este caso, por lo tanto, son animales de labor, aunque puede llevar también seis cabras para que “tenga este arbitrio y también para poder suministrar la leche de las mismas a los enfermos, siendo estos vecinos del pueblo y preferidos a cualquiera otro de él que se halle con la completa salud”.




         Todas las mañanas, el encargado debía recorrer las calles del municipio haciendo sonar una esquila para que los vecinos pudieran llevar sus animales a la calle de la Dula, que aún subsiste con ese nombre, donde debía esperar media hora para dar tiempo a que se reunieran. Transcurrido este plazo las llevaba a pasar a las eras y a las zonas asignadas que eran una parte de la dehesa del Duero, el monte Terrer y “todas las yerbas”, además de las huertas, cuando era posible hacerlo en ellas. Si por “temporal o tronada” tenía que regresar antes de mediodía, tenía la obligación de volverlas a sacar por la tarde, percibiendo por su servicio seis almudes de trigo al año, por cada animal, haciéndose responsable de los daños que, por descuido, pudieran sufrir para lo que, en el momento de asumir el cargo, debía depositar una fianza.




         En Ambel también ha pervivido el recuerdo de esta institución en el nombre popular con el que es conocido este espacio de la calle del Moral: “plaza de la Vicera”, un lugar céntrico desde el que se puede acceder al exterior del casco urbano por la citada calle que toma su nombre de un gran moral que existió en el pasado, junto a una balsa que se llamaba “del moral”, aunque después fue conocida como “balsa de los olmos”.




         Otra referencia la encontramos en Añón, donde existe una calle de la Dula, al pie de la cual aún puede verse un abrevadero, elemento imprescindible cuando se trataba de reunir el ganado mayor en ese lugar.



         Aunque en Talamantes no existe ninguna calle que mantenga el nombre específico de dula o vicera, desde antiguo se conoce a este abrevadero como “fuente de los machos” por lo que, dada su ubicación, bien pudo ser punto de reunión para las caballerías, si se utilizaba este sistema o para que bebieran las encerradas en las casas, cuando no salían a trabajar.
         Agradecemos a D. Guillermo Carranza la información facilitada y las imágenes en color que ilustran el artículo que fueron realizadas en el transcurso de la preparación del nuevo volumen sobre el Patrimonio Hidráulico de la Comarca que está ultimando.

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