miércoles, 25 de enero de 2017

Santoral del 25 de enero


         Hoy celebra la Iglesia la conversión de San Pablo, cuando viajando hacia Damasco, en persecución de los cristianos, cae del caballo y se le aparece el Señor, manifestándole su deseo de que se convierta en nuevo apóstol de la Buena Nueva. Ciego, llegará hasta la ciudad a la que se dirigía y, entrando en contacto con la comunidad cristiana allí establecida, será bautizado por Ananías.  




San Ananías (siglo I). Precisamente, por ello, hoy también se conmemora a San Ananías, la persona que introdujo a San Pablo en la nueva Fe y sobre el que hay referencias explícitas en los Hechos de los Apóstoles. Se afirma que eran un hombre piadoso y bien considerado, siendo también quien, tras el bautizo curó a Pablo de la ceguera momentánea. Algunas fuentes afirman que era obispo de Damasco y, desde luego, había recibido la ordenación sacerdotal.           



San Artemas (siglo III). Se trata de un mártir venerado desde la antigüedad, cuya única referencia es su representación iconográfica en un mosaico de la basílica de San Prisco (Italia) relacionándolo con Pozzuoli (Italia) donde supuestamente sufrió el martirio

San Agileo (siglo III). Algo parecido ocurre con este mártir norteafricano, aunque en este caso la referencia proviene de un sermón predicado por San Agustín, en el que ensalzó su figura, como mártir de Cartago.



San Gregorio Nacianceno (siglo IV). Aunque en el Martirologio Romano figura inscrito en este día, su memoria se celebra el 2 de enero y, en esa fecha, hicimos alusión a su vida.    



San Bretanión (siglo IV). Fue obispo de la actual ciudad de Constanza (Rumanía) distinguiéndose por su defensa de la ortodoxia frente a la herejía arriana, hasta el punto de enfrentarse al emperador Valente, cuando pretendió que su comunidad se uniese a la doctrina predicada por Arrio. Fue desterrado, aunque posteriormente regresó a su sede, ante la convulsa situación que vivía el imperio, por la presión de los bárbaros, con el fin de que pudiera servir de valladar frente a ellos.



San Palemón (siglo IV). En la época de las persecuciones se instaló en el desierto de Tebaida (Egipto) dedicado a la oración. Allí fue a buscarle San Pacomio, con quien fundó el monasterio de Tabennisi, que fue uno de los primeros de esa zona, siendo elegido abad del mismo.    



Santos Preyecto y Amarino (siglo VII). Obispo de Clermont (Francia) era conocido por su rectitud. Tuvo que reconvenir al conde de Auvernia por una grave cuestión, despertando la animosidad de éste, el cual levantó múltiples acusaciones contra el obispo, siendo preciso recurrir al propio monarca Childerico II, quien tras escuchar a las parte, ordenó ejecutar al nombre, ante la falta de veracidad de sus testimonios. En el año 676, los parientes del conde, con ánimo de vengarse, le tendieron una emboscada asesinándole junto con su diácono Amarino. Venerados como mártires desde los primeros momentos, atendiendo a las circunstancias que rodearon su muerte hoy son considerados confesores.       



San Popón (siglo XI). Nacido en Deinze, en 977, en el seno de una familia noble, viajó a Tierra Santa siendo joven y, posteriormente, abrazó la profesión militar, a la que estaba llamado por su condición. Sin embargo, como consecuencia de una inspiración divina, decidió profesar en el monasterio de San Thiery de Reims, en el año 1005. Ocho años después fue nombrado abad de los de Stavelot y Malmedy, entre otros monasterios. Murió el 25 de enero de 1048, en el de Marchiennes, cuando tras haber sido uno de los religiosos más influyentes de su época, se encontraba completamente apartado.



Beato Enrique Susón (siglo XIV). Nacido en Überlingen  hacia el año 1300, en el seno de una familia noble, profesó en el convento de dominicos de Constanza, cursando después estudios de Teología en Colonia. De regreso a Constanza, destacó como predicador, así como por sus escritos místicos. Nombrado prior del convento de Diessenhofen, en 1343, cuatro años después fue objeto de una grave acusación por parte de una mujer, siendo depuesto y enviado a Ulm, donde falleció el 25 de enero de 1366, tras haber sido restablecida su fama. Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI en 1831. Está considerado como uno de los grandes místicos alemanes.



Beato Antonio Migliorati (siglo XIV). Nacido en Amándola (Italia) el 17 de enero de 1355, en una familia de campesinos, incitado por el ejemplo de San Nicolás de Tolentino, profesó en el convento de agustinos de la propia Tolentino. Más tarde, fue superior del convento fundado en su ciudad natal, donde falleció 25 de enero de 1450. Su culto fue reconocido por Clemente XIII en 1759.



Beata Arcángela Girlani (siglo XV). Nacida en Trino (Italia), ingresó como religiosa en el convento que la Congregación Mantuana tenía en Parma, en 1477. Llegó a ser priora de la comunidad y, quince años después, pasó a fundar el de Mantua, donde falleció, con fama de santidad, el 25 de enero de 1495. Su culto fue reconocido por Pío IX en 1864.  



Beato Francisco Zirano (siglo XVI). Nacido en Sassari (Cerdeña, Italia) hacia 1564, en una familia de agricultores modestos, siendo muy joven tomó el hábito franciscano, siendo ordenado sacerdote con 22 años. En 1590, unos piratas berberiscos, desembarcaron en la isla y capturaron a un primo hermano suyo, Francisco Serra, que también era franciscano, llevándolo a Argel. Desde entonces, la vida de fray Francisco se centró en la liberación de su primo, obteniendo autorización del Papa para recaudar fondos con ese objetivo. Finalmente, en 1602, pasó a Argelia, donde fue inmediatamente detenido y condenado a muerte. Fue precisamente su primo quien le comunicó la sentencia, recibiendo la noticia con gran resignación. El 25 de enero de 1603, fue llevado al suplicio, bajo la acusación de ser espía. Tras todo tipo de vejaciones, fue desollado vivo. Venerado desde entonces como mártir, fue beatificado el 12 de octubre de 2014.         



Beato Manuel Domingo y Sol (siglo XIX). Nacido en Tortosa el 1 de abril de 1836, cursó los estudios eclesiásticos en el seminario de su ciudad natal, siendo ordenado sacerdote en 1860. Desarrolló una gran labor pastoral, especialmente entre los más jóvenes, creando la primera revista juvenil católica, El Congregante. Al percatarse de las dificultades que encontraban los aspirantes al sacerdocio en aquella convulsa época, decidió crear la llamada “Casa de San José” para dar acogida a seminaristas sin recursos. Surgió después el Colegio de San José con capacidad para 300 jóvenes y, posteriormente, fundó la Hermandad de Sacerdotes Operarios, dedicados a la formación de seminaristas, que fue extendiéndose por varias diócesis españolas. Su ingente labor culminó con la creación, en 1892, del Pontificio Colegio Español de Roma. Falleció el 25 de enero de 1909, siendo beatificado por San Juan Pablo II en 1987.



Beata María Antonia Grillo (siglo XX). Nacida en Alessandria (Italia) el 25 de setiembre de 1855, su padre era el director del hospital de la ciudad. Tras una esmerada educación, en 1877 contrajo matrimonio con el capitán Juan Bautista Michel que, cuatro años después, falleció en acto de servicio. María Antonia superó el dolor causado por tan inesperada pérdida dedicándose por entero a ayudar a pobres y necesitados en su propio domicilio. El crecimiento de su labor asistencial le llevó a vender la casa y crear el Pequeño Hogar de la Divina Providencia en un edificio de mayor capacidad. Allí, venciendo incomprensiones y dificultades nació la Congregación de las Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia que, tras una rápida expansión por diversos lugares, fue reconocida por la Santa Sede en 1942. La fundadora falleció en su ciudad natal el 25 de enero de 1944 y fue beatificada por San Juan Pablo II en 1988.



Beato Antonio Swiadek (siglo XX). Nacido en Pobiedziska (Polonaia) el 27 de marzo de 1909, cursó los estudios eclesiásticos en el  seminario de Gniezno-Poznan, siendo ordenado presbítero en 1933. Desempeñó su ministerio pastoral en Bydgoszc. Detenido en 1942, durante la ocupación alemana, fue llevado al campo de concentración de Dachau, donde agotado por las penalidades padecidas falleció el 25 de enero de 1945. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 1999. 

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