miércoles, 7 de septiembre de 2016

La imparable destrucción del castillo de Borja



              Comparando estas dos imágenes de lo que conocemos como castillo de Borja, aunque en realidad la fortaleza que dio carácter de plaza fuerte a nuestra ciudad estaba constituida por un recinto amurallado que ceñía ese peñón rocoso, un atento observador percibirá algunas diferencias significativas. La fotografía superior fue realizada a comienzos del siglo XX, mientras que la inferior se hizo la pasada semana.




            En primer lugar, sobre el castillo, y en la parte que da a las bodegas se observa un llamativo torreón cuadrangular que, ahora no existe. No se había construido la zanja que circunda el peñón que se excavó posteriormente para evitar que los frecuentes desprendimientos de rocas cayeran sobre la población. Por otra parte, esa cueva con un pilar en el centro, se vio modificada sensiblemente, a raíz de un reciente derrumbamiento.




            Lo mismo puede decirse del aspecto del peñón en la parte de las bodegas, precisamente la zona en la que se levantaba el torreón al que hemos hecho referencia que, en la fotografía que realizamos hace unos días, se aprecia que casi toda la obra levantada sobre la roca ha ido desapareciendo e, incluso, se observa un acumulo de piedras en su base.




            En la década de los años 30 del pasado siglo, cuando D. Federico Bordejé tomó estas dos fotografías, la zanja ya existía pero había desaparecido el torreón que hemos visto anteriormente, aunque se conservaban restos de su base.




            En esa misma época este era el aspecto que presentaba la parte superior, con los restos de estructuras existentes y que hemos llegado a conocer. Concretamente, en la parte derecha de la segunda fotografía había un pequeño muro de ladrillos con aspilleras.




            Ese muro y una parte importante de la roca se desprendió hace pocos años, y el resto de los restos han quedado cubiertos por las mallas metálicas que se colocaron para paliar, al menos, la caída de pequeñas piedras.



            Sin embargo, mucho nos tememos que la ruina sea imparable. Hay que tener en cuenta que, originalmente, el peñón estuvo rodeado de sillares, de los que únicamente se conserva este pequeño lienzo en la parte que da a Sayón. Cuando se comenzaron a retirar, en el siglo XVI, para reaprovecharlos en nuevas construcciones, lo mismo que ocurrió con las murallas, el efecto de la erosión sobre una roca de muy mala calidad, inició un rápido deterioro que dio lugar a constantes desprendimientos, con el consiguiente peligro para la población. Los grandes pilares de ladrillo que existen en la zona del Cinto, se levantaron para intentar frenarlo, tras desestimar un proyecto que pretendía eliminar por completo el peñón.




            No obstante, la situación durante buena parte del siglo XX parecía controlada y el castillo era un lugar frecuentemente visitado, siendo habituales las fotografías en ese portillo que atravesaba el peñón.



           Ahora, esto es imposible, debido a las redes que cierran el paso y, por otra parte, los riesgos son mucho mayores, por lo que no es aconsejable una incursión por esos lugares.



            Contra lo que pudiera parecer, desde lejos, la superficie superior del castillo no es rectangular, sino que está constituida por dos núcleos unidos por una parte central muy estrecha, fruto de antiguos desprendimientos. La fotografía en blanco y negro es de Bordejé y ya se aprecia muy bien, así como el que el pasadizo se ha alargado en la parte anterior, tras el último derrumbe.



            Por lo tanto y comoquiera que encontrar una solución al problema que aqueja a la roca es sumamente difícil, cabe vaticinar que el deterioro continuará avanzando y es posible que llegue a producirse una fractura en el punto más estrecho que, además está sobre el portillo.

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