sábado, 3 de septiembre de 2016

Cuando la iglesia de Santo Domingo era lugar de culto



            La iglesia que, en realidad, tiene como titular a San Pedro Mártir y hoy está acondicionada como Auditorio Municipal fue la del antiguo convento de dominicos de Borja. Tras la Desamortización de 1835 fue puesta a la venta, junto con el resto de edificios conventuales, aunque las sucesivas subastas quedaron desiertas, por lo que el Estado terminó entregándolo al Ayuntamiento.

            Mientras que el convento fue utilizado para escuela de niños, almacenes y otras dependencias municipales, la iglesia terminó siendo alquilada a particulares que le dieron distintos cometidos, entre ellos el de taller para la fabricación de cubas para vino.




            Sorprendentemente, se mantuvo en su lugar el retablo mayor que ha llegado a nuestros días. Cuando en 1890 se suscitó una iniciativa, suscrita por un elevado número de vecinos para que el templo volviera a servir como lugar de culto, ese retablo era el único elemento de la antigua decoración que se conservaba en su interior, pues el resto había sido destruido o reubicado en otros lugares. Concretamente, el actual retablo de la ermita de San Jorge procede de Santo Domingo y algunos lienzos fueron cedidos a la parroquia de San Bartolomé.

            Aceptada la propuesta por la corporación municipal, el 27 de diciembre de 1893, festividad de San Juan Evangelista, se procedió a la solemne reapertura del templo, estableciéndose allí la sede canónica de la Asociación de Hijas de María que, hasta ese momento, estaba en Santa Clara. Más tarde lo haría la Congregación Mariana, de manera que Santo Domingo, como era popularmente conocida esta iglesia, desempeñó un papel relevante en la formación religiosa de la juventud borjana hasta su cierre, en la segunda mitad del siglo XX por iniciativa, en este caso, de la propia Iglesia que no se percató de la transcendencia que iba a tener tan desafortunada medida.



            A pesar de la importancia de este templo, no disponíamos de imágenes de ese período, por lo que las que hoy damos a conocer, procedentes del archivo Méndez-Sierra-Ojeda que hemos terminado de digitalizar, son documentos de extraordinario interés.

            En esta primera imagen aparece el altar mayor, en un momento en el que estaba expuesto el Santísimo Sacramento. A ambos lados del altar se distinguen muy bien los dos relieves que, representando a San Buenaventura y a San Luis de Anjou, se encuentran ahora en la sala VI del Museo de la Colegiata. Por tratarse de dos santos franciscanos procedían del convento de San Francisco (probablemente eran las hojas de cierre de su expositor) y fueron colocados aquí, tras la reapertura de la iglesia.



            En el crucero, y ambos lados del altar mayor, se colocaron más tarde los retablos titulares de las dos asociaciones que tenían su sede en la iglesia. A la derecha, el de la Congregación de San Luis y a la izquierda el de las Hijas de María.

            De características similares y de estilo neogótico, tenían una hornacina central, con fondo acristalado. Delante había un cerramiento abalaustrado de madera pintada. En esta imagen se aprecia, enfundado a la derecha, el armónium utilizado para el acompañamiento musical de las distintas ceremonias.





            El titular de retablo era San Luis Gonzaga (1568-1591), a la derecha del cual estaba San Estanislao de Kostka (1550-1568) y a la izquierda San Juan Berchmans (1599-1621), tres santos de la Compañía de Jesús que, por sus virtudes y por la circunstancia de haber fallecido a edad muy temprana, sirvieron como modelos para la formación de la juventud, dentro de la espiritualidad jesuítica.




            Los tres figuraban en la procesión que el 21 de junio, con motivo de la fiesta de San Luis recorría las calles de la ciudad, a hombros de sus congregantes con la medalla al cuello, partiendo de la iglesia, cuya portada aparece en una de las fotografías engalanada con guirnaldas vegetales. Las que reproducimos, procedentes de otras colecciones particulares, corresponden a las peanas de San Estanislao de Kostka y San Juan Berchmans en años diferentes.





            El altar de la izquierda, tenía como titular a la Inmaculada Concepción. Esta imagen, como las anteriores era de producción industrial, procedente de Olot. Estaba flanqueada por dos ángeles ceriferarios, aunque lo que llevaban eran lámparas eléctricas.
            Hemos incluido estas dos fotografías porque, entre ellas se advierten algunas diferencias. Concretamente, en la primera a los lados del altar penden dos arañas de cristal, mientras que en la otra hay lámparas de inspiración modernista y también se aprecia el cerramiento anterior, al que hicimos alusión.
            Creemos que esta segunda imagen es más antigua, pues en ella se aprecian que la hornacina central es igual que la del retablo de San Luis, mientras que en la otra fotografía los espejos de la parte superior has sido recubiertos por una representación de la paloma del Espíritu Santo, entre rayos dorados.




            La imagen de la Virgen responde al modelo iconográfico habitual para la Inmaculada Concepción o “la Purísima Concepción” como se indica en una de las fotos. Coronada de estrellas y con la media luna y la serpiente a sus pies.




            Durante el mes de mayo, o “mes de las flores”, la Virgen se colocaba en la calle central del retablo mayor, bajo un templete distinto al de su retablo, aunque algunos elementos del mismo se utilizaban también, como los ángeles e incluso las lámparas que se ven muy bien sobre los plafones blancos que ocultan las calles laterales. Las columnas aparecen decoradas en esta ocasión con profusión de flores blancas. Lógicamente, este modelo sufrió modificaciones en el transcurso del tiempo, pero la abundancia de flores blancas, azucenas o varas de azahar, fue su característica principal.




            Verdaderamente espectacular es esta fotografía correspondiente a la fiesta de San Luis. En un primer momento, nos dio la impresión de que se trataba del monumento para la reserva del Jueves Santo, pero lo que aparece en el centro, sobre el altar, teniendo como fondo ese gran lienzo de armiños es la imagen de San Luis Gonzaga.  En el centro del cortinaje superior se dispusieron las armas de la familia Gonzaga, con el error de timbrarlas con corona real.

            No cabe duda de que se trata de la iglesia de Santo Domingo ya que, además de verse por los laterales del fondo su retablo mayor, en la parte superior se distinguen perfectamente los escudos que decoraban las pechinas de la cúpula, desgraciadamente reemplazados durante la última rehabilitación. En cualquier caso, estamos ante unas fotografías que aportan numerosos e interesantes datos sobre este templo, cosa que no ocurre con otros, de los que, por el momento, no disponemos de imágenes interiores, como ocurre con la desaparecida iglesia de San Bartolomé.

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