viernes, 22 de julio de 2016

El llamado torreón templario de Castellote



            En un artículo anterior dimos cuenta de nuestra visita al castillo de Castellote. No es el único testimonio de arquitectura militar que existe en esta hermosa localidad del Maestrazgo turolense, pues también se conserva el ahora denominado “torreón templario”.
            Fue en su origen una torre albarrana que cumplía misiones defensivas, como avanzada en el llano del castillo. La evolución posterior de la población terminó englobándolo dentro de su casco urbano y adosado al mismo se edificó, en el siglo XVII, la ermita de la Virgen del Agua, patrona del municipio.

            Tras perder sus cometidos militares, sirvió como cárcel y, en 2007, fue rehabilitado y en la actualidad acoge a un Centro de Interpretación de la Orden del Temple. No deja de ser llamativo que una localidad que perteneció a los templarios durante un breve período de tiempo, insista en su vinculación con los mismos, olvidando que buena parte de su pasado está relacionado con la Orden de San Juan de Jerusalén, a la que perteneció durante seis siglos.




            Fue aquí donde nos recibió Dª Rita Pereira de Aznar, eficaz guía a lo largo de todo nuestro recorrido por los distintos monumentos de Castellote y, en compañía de la cual, pudimos visitar las diferentes estancias del torreón.






            En ellas se han recreado diversos ambientes, manteniendo la estructura original del edificio, con algunas piezas originales y otras recreadas, incluyendo también referencias otras órdenes militares.





            Un aspecto muy curioso es el hecho de que se hayan conservado los elementos propios de su condición de prisión, como las dobles puertas de acceso a los calabozos, las ventanas provistas también de doble reja, los vanos practicados en los muros para la introducción de la comida o las letrinas. Hay asimismo numerosas inscripciones incisas en los pavimentos.



            En la planta superior, donde se alojaban los confinados de mayor distinción hay un voladizo con reja por el que, a través de una ventana, podían asistir a la celebración de la Misa en la ermita contigua.




            Como elemento “pintoresco” se encuentra esta curiosa representación del último comendador templario pero, entre los objetos expuestos en las diversas vitrinas hay algunas piezas de interés, como esta punta de flecha de la Edad del Bronce, aparecida en las excavaciones del castillo.




            Dispone también de una sala de proyección y, en la planta baja, se ha instalado una biblioteca que, fundamentalmente, reúne obras sobre la Orden del Temple. Pudiera sorprender el elevado número de proyectiles de artillería que allí se muestran, pero hay que tener en cuenta el durísimo asedio al que fue sometido el castillo por las tropas de Espartero que provocó su rendición, tras una heroica defensa por parte de la guarnición carlista.

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