miércoles, 24 de febrero de 2016

Grabado del enfrentamiento con un oso en una biblioteca borjana


            Entre la nutrida colección de grabados que se conservan en una biblioteca borjana que estamos inventariando, se encuentra el que hoy reproducimos en el que puede verse a un joven luchando con un oso, en el curso de un río, mientras desde la orilla lo observan una desconsolada mujer y dos hombres. Al pie del mismo aparece escrito: “Estampa que representa el inaudito esfuerzo de Dionisio Sánchez en la lid que tubo con un formidable oso el 6 de Septiembre en la presa del río Curuelo, a 21 leguas de la Ciudad de Leon, de que dio noticia la Gaceta de 24 de noviembre de 1801.
            Sus dimensiones son de 19 x 12 cm y hemos constatado que se conserva otro en la Biblioteca Nacional. Comoquiera que hace referencia a un hecho curioso, del que según se hace constar se hizo eco la Gaceta de Madrid, hemos buscado ese número de 24 de noviembre de 1801 y, efectivamente, en él se inserta una crónica, remitida desde León y datada el 8 de noviembre, dos días después del suceso que, por su interés, reproducimos:


“Hallándose el 6 de septiembre por la mañana Dionisio Sánchez, jornalero y vecino de Villacelama, cerca del río Curueño, a dos leguas y media de esta ciudad, y no lejos del monasterio de San Bernardo de Sandoval, oyó dos tiros de cazadors, y al mismo tiempo avistó en un bosquezuelo cercano un animal negro, que creyó ser un lobo. Dirigióse a él con ánimo de echarlo hacia los cazadores; pero al entrar en el bosque, se encaró con un oso, que precipitadamente se encaraba a él. Para librarse de su furor se tiró a una presa del río en que había vara y media de hondo: y como sabía nadar, se metió debajo del agua. El oso se arrojó tras él, y cogiéndole de los brazos, lo iba a sacar a la orilla; el animoso Sánchez hizo hincapié, lidio a brazo partido con la fiera, y al fin de un cuarto de hora pudo tirarla de espaldas en el agua; pero al caer lo despidió con tal violencia, que fue a parar a más de dos varas. Levantóse el oso, volvió a coger al hombre y siguió la lucha cinco cuartos de hora, cayendo debajo unas veces el hombre y otras el bruto: y siempre que éste quedaba debajo, arrojaba a su enemigo con increíble pujanza. Al cabo de este tiempo, viéndose Sánchez sin medio alguno de salvar la vida, pues además de estar casi desnudo, no tenía palo, ni navaja, ni más armas que sus manos, y considerando que si salía del agua, lo seguía y despedazaba el oso, y en ella no podía permanecer por lo muy rendido que se hallaba, se aprovechó del instante en que abría la boca para morderle en la cabeza, y metiendo por ella el brazo izquierdo, le agarró la lengua, y haciendo fuerza con la mano derecha sobre el pecho, lo fue llevando hacia atrás hasta lo más hondo de la presa, y allí pudo meterlo debajo del agua; aflojó entonces el oso, y el intrépido Dionisio le introdujo la mano hasta las fauces, y lo tuvo así sujeto hasta que se ahogó. Sacóse después a tierra; tenía 9 palmos de largo, y pesaba diez arrobas. Hizo muchas y grandes heridas a su competidor en los brazos, especialmente en el que metió en la boca, y le dio muchos manotazos en todo el cuerpo, con particularidad en los hombros; pero nunca pudo herirle en la cabeza, ni con las dos manos a un tiempo, por el tino y la serenidad con que el esforzado Sánchez le jugaba las acciones. Hubo varios testigos del valeroso hecho, entre ellos los dos cazadores y la afligida mujer de Dionisio, que no cesó durante todo el trance de clamar socorro para su marido con gemidos y lamentos. Un cuarto de hora después toda la comunidad de Sandoval y todo el lugar de Villaverde vieron al oso muerto y al hombre herido. Es de advertir que nunca se había visto oso montesino en este país.”


            Es evidente que la hazaña del bravo Dionisio causó admiración en aquellos lugares y a ella se refieren también algunas publicaciones recientes como el libro Osos y otras fieras en el pasado de Asturias, de Juan Pablo Torrente, editada por la Fundación “Oso de Asturias”, en la que se reproduce también este grabado, a partir del conservado en la Biblioteca Nacional y donde se apunta la posibilidad de que este oso de 1,80 metros y más de 100 kilos de peso, procediera de las montañas vecinas, de las que habría descendido por la cuenca del río Porma.  

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