viernes, 2 de enero de 2015

Piedras armeras de Borja II

            Continuamos el artículo que publicamos en los últimos días del pasado año, sobre las piedras armeras de Borja, con otras piezas heráldicas existentes en nuestra ciudad, algunas de las cuales no pueden ser consideradas, en sentido estricto, como piedras armeras, aunque hemos decidido incorporarlas para completar la visión que estamos ofreciendo.



            La primera es este curioso escudo de alabastro, situado en la actual calle de las Pelinas, en una casa que perteneció a la familia Pelín, originaria de Cadón, que se estableció en Borja a principios del siglo XV. Según Sánchez del Río, traían por armas tres roeles de plata sobre campo de gules. Sin embargo, las características de este escudo han suscitado incertidumbres y a Federico Bordejé le llamaba la atención que no estuviera timbrado. En cualquier caso, es una pieza interesante.




            En la parte posterior del palacio de los marqueses de González de Castejón, frente a los claustros de Santa María, se encuentra este escudo de alabastro que fue colocado en fecha relativamente reciente, aunque por su factura es antiguo.



            En el siglo XX fue colocado este otro escudo de alabastro, reaprovechando el de los Alberites, en la fachada principal de la casa de los Sánchez del Río, en el que se unen las armas de los Sánchez, originarios de Trasobares, de donde llegaron en el siglo XVII, y de los del Río, originarios del valle de Mena, de donde pasaron a Castilfrío (Soria). A finales del siglo XVIII María Antonia del Río contrajo matrimonio en Borja con Tomás Sanchez y Pérez de Linares, enlazando ambos linajes.



            También moderno y de factura más tosca es el situado en la casa de los Nogués de la calle de Costa. Lleva las armas de esta familia de infanzones establecidos en nuestra ciudad desde el siglo XVI y con varias ramas. 



            Entre los desaparecidos, podemos citar el que se encontraba en una casa de la calle del Rey que hace esquina con la de Trinquete y que fue retirado para abrir un balcón. Fue dibujado por Federico Bordejé, siendo el único testimonio conservado.



            El mismo autor también dibujó este otro, con las armas de los del Arco, que se encontraba en la torre del Pedernal, solar de esa importante familia borjana, llegando a ver sus fragmentos esparcidos por el suelo de la misma.



            En el Museo de la Colegiata se conserva ahora el del cardenal D. Vicente Casanova y Marzol que había mandado colocar, siendo obispo de Almería (lo que queda patente por las borlas del capelo que lo timbra), en la casa que edificó en la calle Camacho, de donde fueron retiradas al ser derribada.



            Al margen de las piedras armeras relacionadas, todas ellas situadas en las fachadas de distintos edificios, queremos incluir otras representaciones heráldicas como la correspondiente a la familia de los Lázaro que puede verse en la embocadura de la capilla del Descendimiento, en el claustro de la colegiata. 



            En la actual capilla del Santo Cristo en el Arca, se encuentra esta otra que no ha sido plenamente identificada, aunque en un artículo publicado en este blog, en 2013, hicimos alusión al hecho de que en su segundo cuartel apareen tres peras, mientras que en el tercero figura un grifo (animal mitológico con cuerpo de león y cabeza y alas de águila) que son precisamente las armas que traen los Peralta de Magallón. Todavía existe otro escudo sobre el arco de acceso, desde el claustro, a la actual capilla de la Virgen de la Peana, aunque está en blanco, posiblemente porque sus armas estuvieran pintadas.



            También en la colegiata y en esa joya olvidada que es la capilla de los Mártires, aparecen las armas del obispo borjano fray Juan López de Caparroso O.P. sobre el lugar destinado, en principio, para servirle de enterramiento.



            En las pechinas de la cúpula de esa capilla se encuentran cuatro representaciones idénticas de las armas de los marqueses de Montesa, descendientes del citado prelado y propietarios de ese espacio.



            Las mismas aparecen también sobre la hermosa fuente para lavatorio existente en la sacristía de esa capilla, constituyendo un conjunto que merecería la pena restaurar, cuando sea posible. 



            Finalmente, debemos hacer referencia a las que figuran en la lauda sepulcral del caballero D. Antón Francés, conservada en la capilla de San Felipe Neri del claustro de la colegiata de Santa María, uno de los escasos restos medievales que sobrevivieron a la reforma neoclásica de la misma.

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