Acto de inauguración del Museo de Santa Clara

            Con extraordinario éxito tuvo lugar ayer la inauguración del nuevo museo de Santa Clara de Borja. El templo conventual se encontraba completamente repleto de público que, asimismo, llenaba el atrio y buena parte de la plaza. En lugar preferente se situaron la mayor parte de los miembros de la Corporación Municipal.

            El acto se había iniciado con el rezo de Vísperas para continuar con la Santa Misa, presidida por el Vicario General de la Diócesis D. Esteban Manuel Aranaz Aranda con quien concelebraron el P. Ángel Fernández de Pinedo ofm, Asistente de la Federación de Cantabria; el capellán del convento D. Jaime Ainaga Blasco; D. Francisco Javier Calvillo, Rector del Seminario de la Inmaculada y Delegado Diocesano para la Vida consagrada; el P. Javier Unanue Urreztarrazu ofm, antiguo Asistente federal; el sacerdote borjano D. José Luis Sanjuán Ballesta y el religioso capuchino P. Gabriel Larraya Aguinaga ofmcap.

           

            Seguidamente, se inició el acto de inauguración, conducido por D. Javier Calvillo, con la intervención del Presidente del Centro de Estudios Borjanos, en su condición de miembro de la Asociación de Amigos del Museo de Santa Clara que es la entidad que ha asumido la creación y mantenimiento del mismo. En ella, puso de manifiesto el sentido espiritual que ha guiado la elaboración del proyecto museográfico y la generosidad demostrada por la comunidad al apoyarlo, desde los primeros momentos. 

            D. Alberto Aguilera Hernández pronunció, como Director del Museo, unas emotivas palabras con las que sintetizó el origen y desarrollo del proyecto, resaltando la contribución de todas aquellas personas que, con sus aportaciones económicas o personales lo han hecho posible. Puso de manifiesto, asimismo, los estrecho vínculos existentes entre la comunidad de religiosas y la ciudad, a lo largo de sus más de 400 años de historia común y el significado del museo, como una nueva aportación a través de la cual el convento pone a disposición de todos los borjanos y de los visitantes que lleguen hasta aquí, una cuidadosa selección de su patrimonio artístico.

            El P. Unanue habló, como miembro de la Orden Franciscana, manifestando su satisfacción por esta realización y por la gran labor cultural que, desde hace tiempo, se viene llevando a cabo en Borja, poniendo de manifiesto el eco que, en otros lugares, han tenido algunas de nuestras publicaciones, como el Catálogo del archivo conventual.

            A continuación, cedió la palabra a la Madre Abadesa Sor Resurrección Azpilicueta quien, desde el coro, expreso, en nombre de todas las religiosas, su gratitud a todos los colaboradores y a los  asistentes a la inauguración.

            Cerró el acto el Ilmo. Sr. Vicario General quien, durante la celebración eucarística, ya había pronunciado una hermosa homilía destacando la importancia del Arte Religioso dentro del proceso de catequización y como factor de acercamiento del hombre a Dios, como han señalado en diversas ocasiones los sucesivos Pontífices.

            Desde la iglesia, todos los presentes, precedidos por la Cruz, sacerdotes y autoridades, se trasladaron hasta la entrada del museo que se encuentra situada en la calle del Rey, una entrada independiente a la del convento, con el fin de no perturbar la vida de la comunidad. 

            Allí, el P. Asistente Federal procedió a cortar la tradicional cinta y, seguidamente, el Vicario General bendijo las instalaciones, estando presentes en el interior la comunidad de religiosas que se retiraron antes de que accediera el público.

            En el pequeño jardín que da acceso al museo fue servido un refresco, mientras que otras personas recorrían las diferentes salas, aunque otras prefirieron visitarlo con más tranquilidad en los próximos días.

            Fueron unánimes los elogiosos comentarios por parte de todos los que tuvieron la posibilidad de visitarlo y, asimismo, debemos reseñar el éxito que han tenido los recuerdos que se ofrecen en el punto de atención al público, elaborados por distintas comunidades de religiosas clarisas franciscanas. Debemos agradecer a D. Enrique Lacleta la realización del reportaje fotográfico que ilustra esta crónica, tarea que, en esta ocasión, ha resultado especialmente complicada por el gran número de personas congregadas.