miércoles, 6 de marzo de 2013

Un borjano con calle en Zaragoza




            A la entrada de Zaragoza, existe una calle que parte del Paseo María Agustín, en cuyo inicio se encuentra la antigua Maternidad Provincial y, frente a ella, la sede de la Diputación Provincial. 



Esta vía lleva el nombre de “Vicente Gómez Salvo” y está dedicada a la memoria de un ilustre médico que, en Borja, muy pocos recuerdan, a pesar de que nació en nuestra ciudad el 27 de octubre de 1869, siendo bautizado en la antigua colegiata de Santa María, siéndole impuestos los nombres de Vicente, Serafín y Eusebio. 

Su padre, que tenía fama de excelente profesor y gran latino, dirigía un colegio en Borja, al que acudían muchos jóvenes deseosos de mejorar su formación. Falleció cuando el niño tenía tres años y su madre, que también era maestra, marchó a ejercer la profesión en Jarque de Moncayo, donde Vicente creció e inició sus primeros estudios. Posteriormente, fue enviado, como interno, al colegio que los escolapios tenían en Barbastro. Allí le sorprendió la muerte de su madre. Acababa de cumplir los 16 años y pudo terminar el Bachillerato, aunque la delicada situación económica en que quedó la familia le impidió proseguir los estudios.            
Por este motivo, decidió alistarse en el Ejército, siendo destinado a Jaca. Dos años después pasó al Regimiento del Infante, de guarnición en Zaragoza y, durante su estancia en esta capital, inició la carrera de Medicina, logrando aprobar con muy buenas calificaciones los cuatro primeros cursos. Entonces, pidió la baja en el Ejército y, con el dinero ahorrado, se matriculó en la Universidad Central, finalizando la carrera en 1887 con el Premio Extraordinario de Licenciatura.






            Comenzó a ejercer como médico titular de Mas de las Matas, hasta que, en 1892, obtuvo una plaza de Ayudante de Clínicas en la Facultad de Zaragoza. Poco después, tras reñida oposición, fue nombrado Director dela Maternidad Provincial, cargo que desempeñó durante más de 40 años. Poco después de su fallecimiento, se instaló, en el edificio de la nueva Maternidad, el busto que aparece en la fotografía superior, obra del escultor Isaac del Plan. En la inauguración, que tuvo lugar el 12 de octubre de 1937, estuvo presente el ministro del Interior D. Ramón Serrano Suñer.



            El Dr. Gómez Salvo que, en 1901, se había doctorado con una tesis sobre “Tratamiento de la inserción viciosa de la placenta”, fue un médico de gran prestigio. En 1930, fue elegido Académico Numerario de la Real Academia de Medicina de Zaragoza, siendo el único borjano que ha alcanzado este honor. También llegó a ser Decano de la Beneficencia Municipal, falleciendo en la capital aragonesa el 29 de septiembre de 1937.
            El Centro de Estudios Borjanos, al igual que sucede con todas las personas relacionadas con nuestra zona, viene recopilando sus obras. Ahora, acabamos de adquirir este folleto que lleva por título Los servicios hospitalarios en Zaragoza, publicado en 1927, en el que manifiesta su preocupación por la situación de la asistencia médica en esa ciudad, formulando propuestas concretas para su mejora.
            Entre ellas, la de reformar el Hospital Provincial, para hacer frente a las enfermedades infecto-contagiosas que, en aquella época, causaban estragos en las clases más desfavorecidas. “Un buen hospital es una defensa de la salud de todos. Un mal hospital es un amenaza para todos” afirmaba. “La Corporación provincial debe tomar la iniciativa y la mayor parte de la carga. Pero echarla toda sobre sus hombros abrumados, ni debe, ni puede”. Por eso, sugería un empréstito de dos millones de pesetas, a un interés módico que sería asumido por los ciudadanos que voluntariamente quisieran contribuir a esta noble iniciativa. “Esta es la limosna que a la Zaragoza rica pediríamos para la Zaragoza pobre”.
            Ofrecía un proyecto que reproducimos arriba que representaba un notable incremento de camas. Terminaba afirmando: “No vemos otra solución. Si alguien tiene el acierto de encontrarla mejor, que la ofrezca a Zaragoza. Los médicos de esta casa iremos adonde nos reclame la ciudad querida, porque al servirla, serviremos a nuestro natural y legítimo señor: S. M. el enfermo pobre”.

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