jueves, 27 de diciembre de 2012

El Patrimonio Artístico de Bureta




            Bureta es una localidad que, desde el siglo XIII, fue señorío secular. A partir del siglo XIV perteneció a la casa de Luna hasta que Alfonso V ordenó la confiscación de sus bienes. En 1431, fue vendida a Juan de Moncayo y, en 1466, pasó a poder de Pedro de Francia, cuyos descendientes mantuvieron la posesión del lugar hasta el siglo XIX. En 1676, Carlos II creó conde de Bureta a Antonio Matías Marín de Resende y Francia. Desde entonces, han sido numerosos los personajes relevantes vinculados a este título. El XIII conde, D. Mariano de los Dolores López Fernández de Heredia e Izquierdo, sigue conservando la casa familiar que ha sido objeto de importantes obras de rehabilitación en los últimos años.






            El conjunto patrimonial más importante de Bureta está constituido por el palacio y la iglesia anexa, situado en el centro del casco urbano.



 


La actual iglesia parroquial de la Santa Cruz fue edificada en la segunda mitad del siglo XVIII, por encargo de los propios condes. Se trata de un templo de planta de cruz latina y cabecera plana que tiene  una sola nave de tres tramos la cual se cubre con bóveda de lunetos.





En el crucero se alza una cúpula sobre pechinas en los que figuran las armas de los condes, realizadas en yeso. La cúpula tiene en su cara interior ocho nervios pareados y decorados. En ella existen vanos rectangulares.






A ambos lados de la nave se abren capillas laterales, una en cada tramo, comunicadas entre sí. Todas ellas se cubren con bóveda de arista. Entre ellas, pilastras molduradas con capiteles decorados con motivos vegetales. Sobre las mismas una amplia franja recorre toda la nave.






En el lado del Evangelio y encima de la capilla más próxima al crucero se sitúa la capilla privada del palacio, con ventanal a la nave. A los pies de la misma, el coro sobre un arco carpanel. Bajo la nave, existe una gran cripta donde están enterrados los titulares del condado.





Todo el edificio está construido con ladrillo visto, sobre un zócalo de grandes sillares. La fachada principal a los pies del templo, presenta una portada que da acceso a la nave, flanqueada por pilastras toscanas. Sobre ellas corre un entablamento encima del cual existe una hornacina flanqueada por escudos con las armas de los condes. El cuerpo central está rematado por un frontón curvo de ladrillo aplantillado en el centro del cual hay un óculo.





A los lados del mismo, se encuentras las torres que quedaron inacabadas. Se componen de tres cuerpos de planta cuadrada, separados por líneas de impostas y pilastras en sus extremos. Los dos inferiores se decoran con rectángulos de ladrillo resaltados. En la torre de la derecha se levantó posteriormente un nuevo cuerpo de planta octogonal con arcos de medio punto en cada uno de sus lados, separados por pilastras, donde se sitúan las campanas.






            En el lugar donde se levanta el palacio de los condes de Bureta existió un torreón islámico, del que quedan restos en uno de los muros de su parte posterior, en torno al cual se fue configurando, a lo largo del tiempo, el actual palacio.
            En el siglo XVI fue construido el cuerpo central, de planta rectangular y paralelo a la iglesia, que está rematado por una cubierta a dos aguas y, bajo ella, la característica galería de arcos de medio punto doblados, a ambos lados del edificio.
            Posteriormente, se le añadieron dos cuerpos de menor altura que dejan libre la planta superior del cuerpo central. Formando ángulo recto con este conjunto se dispone otra ala, de características similares a las comentadas, aunque de altura ligeramente superior.     







            Entre ambas delimitan un espacio al que se accede desde la plaza a través de una portada rectangular, con frontón triangular en el que se disponen las armas de los condes. Las fachadas que dan a este patio son de mampuesto y ladrillo, con vanos rectangulares y pilastras de ladrillo entre ellos. En el lateral derecho se encuentra la portada principal del palacio que es adintelada, con jambas y entablamento de piedra resaltada.






            En el interior se conservan las estancias originales, cuidadosamente restauradas, con toda su decoración. El salón más importante procede del palacio que los condes de Bureta tenían en Zaragoza, donde fue desmontado y reinstalado aquí.





            Junto a las obras de arte expuestas y a algunos elementos decorativos de gran interés, destaca el magnífico archivo.
            El palacio ha sido transformado en museo y puede ser visitado. En uno de sus espacios ha sido instalada una Casa Rural y dispone asimismo de cafetería y restaurante.


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